Este fin de semana he asistido a un evento en el cual una "directora de entrenamiento" hablaba tranquila y garbosamente ante 5600 personas, sin vergüenza, sin miedo escénico, sin trabarse ni temblarle la voz.
Y nos surgía la cuestión esta del miedo escénico que traemos de la infancia como una losa que no hay quien quite a no ser que uno "entrene", se prepare, haga cursos o acuda a teatro a perder las inseguridades, los miedos ridículos.
Parece que desde pequeños aprendemos a temer el que dirán, en vez de reírnos de nosotros mismos un poquito más, que nos iría mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario