Un clásico madrileño, por supuesto, al que los habituales sierriles vamos poco y al que los habituales madrileños acuden en días soleados y festivos.
La verdad es que es bien bonito, y bien turístico también, pero no pierde su encanto. A estos sitios de vez en cuando hay que ir, así, a hacer turismo que se dice.
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